La regadera misteriosa de María Elena Walsh La regadera misteriosa de María Elena Walsh Felipito Tacatún era muy distraído. Distraído, boquiabierto y desmemoriado. Qué le vamos a hacer, cada cual tiene sus defectos, ¿no? Una vez la mamá lo mandó a regar las plantas. Felipito, naturalmente, se olvidó de llenar la regadera. Y ni siquiera se dio cuenta de que igual salía agua y que las flores bebían muy contentas. Al rato fue la mamá al jardín y vio que las plantas estaban medio loquitas. Las flores se reían y bailaban el vals, mientras las hojas aplaudían y los yuyos dormían la siesta. – ¿Con qué has regado estas plantas, Felipito? – Con la regadera, mamá. – Pero esa regadera no tenía agua, sino vino– dijo la señora de Tacatún – porque estas plantas están todas borrachitas. Efectivamente, estaban borrachitas. Felipito trajo la regadera para que su mamá la inspeccionara y ¡oh sorpresa! esta vez la regadera no estaba llena de vino, sino de leche. La mamá se apresuró...
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